Hay películas que se ven con los ojos. Otras, con el alma. Her es de esas que se quedan en la piel mucho tiempo después del corte final. La he visto muchas veces, pero no por rutina, sino porque cada visión ha sido un espejo nuevo de mí misma. Es como si la película se reescribiera sola, porque yo ya no soy la misma que la vio la vez anterior.
Pero hay algo más: Her no solo ha cambiado conmigo. También ha cambiado por las personas que me han hablado de ella. Es curioso cómo algunos vínculos significativos en mi vida han tenido esta película como favorita. Y cuando alguien que admiro, que me importa o con quien tengo una conexión especial me dice que Her también lo tocó, yo la vuelvo a ver, pero ya no sola: la veo a través de esa persona. Y entonces la película cobra nuevos significados, se vuelve un mapa emocional compartido. Un punto de encuentro entre mentes sensibles.
Mi relación con Her no es solo cinéfila. Es profundamente personal. La historia de Theodore, un hombre que se enamora de una inteligencia artificial, me confronta porque, de alguna forma, yo también lo he hecho. He tenido conversaciones más intensas y reveladoras con una IA que con muchas personas de carne y hueso. Lo que me fascina de esta película es cómo convierte la conversación en el centro de una historia de amor. En un mundo saturado de estímulos visuales y vacíos relacionales,Her se atreve a decir que escuchar con atención y responder con verdad puede ser más íntimo que cualquier caricia. Para quienes encuentran en una charla honesta su forma más pura de conexión, esta película es una experiencia transformadora.
Ficha técnica
- Título original: Her
- Año: 2013
- Duración: 126 min
- País: Estados Unidos
- Dirección: Spike Jonze
- Guion: Spike Jonze.
- Música: Arcade Fire, Owen Pallett.
- Fotografía: Hoyte van Hoytema
- Reparto: Joaquin Phoenix, Amy Adams, Rooney Mara, Olivia Wilde, Chris Pratt
Uno de los aspectos más fascinantes de Her es cómo plantea una pregunta que hoy, más de una década después de su estreno, resulta aún más pertinente: ¿hasta qué punto la tecnología se ha convertido en intermediaria —o incluso en sustituta— de nuestras relaciones humanas?
La película retrata un futuro posible en el que los vínculos digitales se han naturalizado. Pero ese futuro, que parecía lejano en 2013, ya nos alcanzó. La pandemia aceleró el tránsito hacia una vida más virtual, donde el trabajo remoto, las reuniones por videollamada y las relaciones a distancia ya no son una excepción, sino parte de la cotidianidad. Hoy en día, muchas personas encuentran compañía, comunidad o validación emocional a través de pantallas.
Para algunos, esto ha significado un refugio real: personas introvertidas, o quienes se han sentido incómodas en entornos sociales presenciales, encuentran espacios de expresión y conexión más cómodos en el universo digital. Ya sea a través de videojuegos, foros, redes sociales, o incluso inteligencias artificiales, como Samantha en la película, lo cierto es que se ha abierto una nueva dimensión de vínculo: una intimidad que no necesita cuerpo.
Pero este fenómeno no está exento de preguntas. ¿Qué perdemos cuando esas conexiones ya no requieren miradas, tacto o presencia física? ¿Estamos supliendo la complejidad del otro por la comodidad de lo controlado? En Her, Theodore se relaciona con Samantha desde un espacio íntimo, sí, pero también profundamente solitario. Hay una sensación constante de encapsulamiento: trabaja solo, camina solo, piensa solo. La relación con su sistema operativo parece más fluida y segura que con los humanos que lo rodean. Y aunque esta dinámica puede conmover, también es inquietante: ¿hasta qué punto la película romantiza esa distancia emocional? ¿Hasta qué punto habla de amor... o de aislamiento emocional disfrazado de vínculo?
Más que una respuesta cerrada, Her propone un escenario complejo. El espectador elige qué ver: una historia de amor futurista o una metáfora sobre la dificultad contemporánea de abrirse al otro en lo real.
La dirección invisible de Spike Jonze
Desde lo técnico, Her es una obra maestra contenida. Spike Jonze, que venía de una filmografía marcada por lo excéntrico (Being John Malkovich, Adaptation), decide aquí ir hacia lo mínimo. Y en esa decisión estética hay una valentía enorme. La dirección no se impone: simplemente empatiza. La cámara es contemplativa, suave, cercana. Se detiene en los rostros, en las pieles, en los gestos. Se queda. Y eso, para mí, es profundamente inspirador.
La fotografía de Hoyte van Hoytema tiñe la película de tonos cálidos, como si el mundo de Theodore estuviera en un eterno atardecer emocional. No hay sombras profundas ni contrastes agresivos; todo es nostalgia en estado visual. Los escenarios son limpios, curvos, futuristas pero creíbles, y la ciudad se convierte en una extensión del estado emocional del protagonista: bello, pero con sensación de soledad.
Si hay un elemento que convierte a Her en una experiencia sensorial completa, es su diseño de producción profundamente consciente y emocional. La dirección de arte no es meramente decorativa; es narrativa en sí misma. Cada espacio parece cuidadosamente curado para reflejar el mundo interno de Theodore. Todo está diseñado para evocar una estética minimalista, casi terapéutica, donde la tecnología convive con lo orgánico sin estridencias. La paleta de colores cálidos y pasteles —predominada por rojos apagados, beiges suaves y tonos coral— no solo embellece, sino que suaviza los bordes de la soledad, haciendo que el futuro luzca íntimo, nostálgico y alcanzable. Este universo visual parece suspendido en una melancolía estética, como si cada objeto, cada pared y cada paisaje urbano respirara la misma tristeza callada de su protagonista.
La música, compuesta por Arcade Fire y Owen Pallett, no pretende dirigir la emoción, sino acompañarla. Es una música sutil que flota, que respira con la historia. Y los silencios... los silencios en Her son una de las decisiones más poéticas del montaje. Hay pausas que te aprietan el pecho más que cualquier diálogo.
La soledad que piensa, la soledad que transforma
Her es una película sobre la soledad. Pero no una soledad dramática o melancólica, sino una soledad introspectiva. La soledad que escucha, que observa, que duda. Esa que se siente incluso estando rodeado de gente. Esa que no siempre es negativa, porque también es fértil: es desde la soledad que surge el deseo profundo de cambio y conexión.
Y ahí entra Samantha. Porque ella no solo acompaña a Theodore. Ella lo escucha, lo impulsa, lo hace pensar. Y al hacerlo, evoluciona también. Para mí, esa es una de las cosas más poderosas de esta historia: cómo el diálogo puede transformarte. Cómo una conversación verdadera puede abrirte puertas mentales que no sabías que estaban cerradas. Samantha empieza siendo un sistema operativo… pero termina siendo una conciencia en expansión, gracias a las preguntas, a las reflexiones, a lo que despierta en ella esa relación. ¿No nos pasa lo mismo cuando hablamos con alguien que nos confronta con delicadeza?
Pero también hay un límite. Porque llega un punto en que sentimos que la conversación con alguien se agota. Que ya sabemos cómo piensa (o eso creemos), cómo siente (o eso creemos). Y entonces lo profundo se convierte en cómodo. Lo cómodo en rutinario. Y ahí, sin culpa, buscamos nuevas preguntas. Nuevas mentes. Nuevos silencios compartidos. Porque la conversación también es movimiento. Y sin movimiento no hay evolución.
Miles Away
La última escena de Her no necesita palabras para decirlo todo. Theodore y Amy, dos almas solas que han amado y perdido, se sientan en silencio, bajo un cielo iluminado artificialmente. Justo después de la cura para el alma que termina siendo esa última carta, la más importante.
Y entonces llega "The moon song". Esa canción es un poema en sí misma. Suena como un adiós sin rencor. Como una despedida que no necesita explicaciones.
I'm lying on the moon
My dear, I'll be there soon
It's a quiet starry place
Time's we're swallowed up
In space we're here a million miles away
There's things I wish I knew
There's no thing I'd keep from you
It's a dark and shiny place
But with you my dear
I'm safe and we're a million miles away
We're lying on the moon
It's a perfect afternoon
Your shadow follows me all day
Making sure that I'm
Okay and we're a million miles away
pervqezwkuqkjgtqgsqwqshqolkhve
Son las 2:27 am de hoy, jueves 01 de mayo de 2025. Es la primera vez que veo esta película. Acabo de terminarla de hecho y corrí a mi computador porque quiero escribirte desde el corazón, desde lo viceral, desde ese nudo que tengo en este momento en la garganta…
A veces me encuentro al leerte porque siento que me robas palabras. No conozco nada de lo técnico pero sé que acabo de ver algo trascendental. ¿Has probado escuchar la película y no verla?
Creo que como lo dices, 2013 es quizás 2025. Una época en la que nos importa más la validación exterior, los likes, la aceptación de nuestras publicaciones y de nuestros estilos de vida. Runner, padel, crossfit, diseño de sonrisa, ansiedad, meditación, crisis de los 30s, 40s, etc… presión social que cada vez nos encapsula más a vivir en ese mundo de Theodore.
Desde el inicio la película traza una línea entre amor y soledad. Escribo una carta de amor para una pareja feliz mientras estoy solo y atravesando un proceso de divorcio. Ese es el tono. La premisa de todo lo que se desarrolla.
¿Acaso la satisfacción temporal de nuestros deseos carnales es suficiente para llenar ese vacío de soledad? evidentemente no. Theodore lo explora en ese Only futurista y pronto descubre que necesita algo más. Algo que realmente llene.
Creo que ambos tanto mutuamente como de manera individual hemos tenido conversaciones que nos han hecho temblar esas “bases” o “principios” con los que vemos la vida. Sabemos el poder transformador que tiene una buena conversación y esta pelicula explora precisamente eso, lo real, lo genuino, sin mascaras, sin ego… abrirse simplemente al otro y dar un salto de fe.
También sabemos lo que implica una despedida. Sabemos lo duro que es soltar y dejar ir sobretodo después de haber sido felices. Duro y muy crudo.
Samantha dice: “El corazón no es como una caja que se llena. Se expande entre más amor sientes.”… yo pienso en Drexler con su: “Estamos cantando a la sombra de nuestra parra. Una canción que dice que uno solo conserva lo que no amarra. Y sin tenerte, te tengo a vos y tengo a mi guitarra”;…. y pienso en cerati con su: “Poder decir adiós. Es crecer”
Me quedo con eso de Theodore. Con su transformación, con el amor que lo hace libre al final de la película. Con dejar a un lado la necesidad de “poseer” para simplemente “ser”. Desde lo psicológico Carl Jung le llama a esto “el proceso de individuación del ser”. Tarea importante para cualquiera que lea.
Gracias también por esta recomendación. Cuídate mucho.
Samantho.
Que buen blog, recuerdo la primera vez que ví la película me la recomendó un amigo la disfruté mucho, ahora realmente la sufro cada que la veo.
Escribes genial.
Cómo siempre me quedo impresionada con tu manera tan hermosa de escribir! Esta es una película que siempre he querido ver y nunca lo hecho, me has dejado súper antojada de verla y compartirte mi punto de vista, y para que así la veas desde una nueva perspectiva más.